La Madre les enseña a amar a su prójimo como a sí mismos, y a mirar el mundo con un corazón benigno. Los santos de la Iglesia de Dios, con el amor de la Madre, toman la delantera en el respeto hacia los mayores, en el amor al prójimo y en protección del medio ambiente; ellos juegan el papel de la sal y la luz del mundo.
Así como la Madre nos muestra un ejemplo tomando la iniciativa en toda actividad voluntaria, los miembros de la Iglesia de Dios se han esforzado en difundir el amor de Dios con obras, y no solo con palabras. Los que no pueden mirar con indiferencia los grandes y pequeños, tristes y felices acontecimientos de la nación: Ellos son los miembros de la Iglesia de Dios.